martes, 30 de agosto de 2016

El conejo blanco

Me estaba acordando de cuando era chica y mi madre nos ordenaba el cuarto a mi y a mi hermana, y nosotras la perseguíamos para que no nos tire cosas “importantes” como dibujos, hojitas perfumadas o papeles de regalo, y me di cuenta de que aunque más grandes seguimos haciendo lo mismo, guardamos cosas que no son importantes, ni necesarias, ni útiles, ni tenemos lugar para guardarlas. Desde ropa a esa bolsita linda que me dieron un día. De a poco uno se vuelve un acumulador, y cuánto más años tiene esa cosa, menos queremos tirarla, siempre con la esperanza de que algún día la vamos a usar. Pero debemos aceptar que ese día no va a llegar.
Aprendamos a desprendernos de cosas. 
De esa ropa que tiene más años que Mirtha Legrand, que no usás y que te hace pensar que tu ropero se achica , aunque cada vez que lo ordenás te das cuenta de que siempre usás lo mismo.
A la gente le gusta acumular cosas, seguidores en instagram, likes en sus fotos, o pretendientes que seguro no le va a dar bola nunca. 
Así es como tenés un facebook con 1200 amigos de los cuales sólo hablás con tres o cuatro.
Aprendé a desprenderte de las cosas, y de esas personas que tenés en facebook pero no seguís porque te embola cada vez más ver su cara en el inicio, o peor, su foto de perfil firmando el título, nada más terraja que eso,( a algunos también les gusta acumular diplomas) , pero si lo hiciste no lo tomes a mal, se entiende, es la emoción del momento.
Aprendé a borrar el número de esa persona que hablabas hace dos años pero que después se puso de novia y no la viste más.
Aprendé a que no es necesario sacar una foto de cada momento para disfrutar porque por más que lo deseés al tiempo nunca lo vas a atrapar.