jueves, 10 de septiembre de 2015

La energía de las arañas

Hoy fui al supermercado un poco dormida, pero no ese dormida de cuando recién te levantas, sino el dormida de "no salí en todo el día de casa", vestida como un indigente y eso no sólo por la calza rota, la remera de dormir y el moño de agrupación de pelo sobre un lado entre una colita. También estaban las medias rayadas con unas zapatillas con flores y esa cara de psicópata casi normal en mi. 


Esa cara aumenta cuando tengo que salir a comprar, odio comprar, odio esos centros destinados a comprar donde todo el mundo está apurado, hay mucho ruido, aunque el ruido que menos soporto es el de un mc donalds, a esa cara se le sumaba que estaba escuchando dicembra, disco suicida si los hay, bueno pero no recomendable si querés evitar llegar al borde de la amiga depresión. 

En estos estados parece que el mundo quiere moverse mas rápido que yo, pero yo voy lento un poco disfrutando de desentonar con esa locura de la gente y otro con ganas de reventar a cada persona que te mira cuando le estorbas en su apurado camino.

De pronto me vi como si fuera la historia de una mujer frustrada en una película, de esas lentas con buen soundtrack, bien podría ser una típica peli uruguaya, una cámara subjetiva pasando lentamente entre la góndola de los huevos y el aceite mientras un hombre te mira con esa cara, esa cara que ponen los tipos para hacerte sentir como un chocolate visto por un diabético,  como un pedazo de carne como se suele decir. 

Con respecto a eso, no lo puedo entender teniendo en cuenta la descripción de mi estado.

El sol te pega en la cara y vos cantando mientras pensás que capaz estás mal de la cabeza, si nunca te pasó es porque tu vida debe ser muy activa, o monótona, o no te cuestionas a vos mismo y eso es mas triste que ir al shopping para mi.

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